Botticelli, hijo
de un curtidor, nació en Florencia. El nombre por el que se le conoce
(diminutivo italiano de la palabra botijo) era probablemente el apodo de
su hermano mayor o el nombre del orfebre del que fuera aprendiz, su verdadero
nombre era Alessandro di Mariano Filipepi. Fue uno de los
pintores más destacados del renacimiento florentino. Desarrolló un
estilo personalísimo, caracterizado por la elegancia de su trazo, su
carácter melancólico y la fuerza expresiva de sus líneas.
Fue discípulo de
Fra Filippo Lippi. Trabajó con el pintor y grabador Antonio del
Pollaiuolo, del que aprendió el dominio de la línea y también recibió
gran influencia de Andrea del Verrocchio. Hacia 1470 Botticelli ya tenía
su propio taller. Dedicó casi toda su vida a trabajar para las grandes
familias florentinas, especialmente los Médicis, para los que pintó
retratos, entre los que destaca su Retrato de Giuliano de Medici
(1475-1476, Galería Nacional de Arte, Washington, D.C.). La adoración de
los Magos (1476- 1477, Galería de los Uffizi, Florencia) no fue encargo
de los Médicis pero en él pintó a los personajes con rasgos muy
parecidos a los de dicha familia. Como integrante del brillante círculo
intelectual y artístico de la corte de Lorenzo de Médicis, Botticelli
recibió la influencia del neoplatonismo cristiano de ese círculo, que
pretendía conciliar las ideas cristianas con las clásicas. Esa síntesis
se expresa en La primavera (c. 1478) y en El nacimiento de Venus
(posteriores a 1482), dos obras realizadas para una de las villas de la
familia Médicis, que hoy se hallan en la Galería de los Uffizi y que,
probablemente, son las obras más conocidas de Botticelli. Aunque los
expertos no han llegado a la interpretación definitiva de estos dos
cuadros, sus elegantes personajes, que forman diseños lineales
abstractos bañados por una suave luz dorada, podrían representar a Venus
como símbolo del amor tanto cristiano como pagano. Dentro de este
ámbito profano también destaca la serie de cuatro cuadros Nastapio degli
Honesti (Museo del Prado, Madrid), donde recrea una de las historias
del Decamerón, de Bocaccio. Botticelli también pintó temas religiosos,
principalmente tablas de Vírgenes, como La Virgen escribiendo el
Magnificat (década de 1480), La Virgen de la granada (década de 1480) y
La coronación de la Virgen (1490), todas ellas en los Uffizi.
En 1481 Botticelli
fue uno de los artistas llamados a Roma para trabajar en la decoración
de la Capilla Sixtina del Vaticano, donde pintó los frescos Las pruebas
de Moisés, El castigo de los rebeldes y La tentación de Cristo. En la
década de 1490, cuando los Médicis fueron expulsados de Florencia y el
monje dominico Girolamo Savonarola predicaba la austeridad y la reforma,
Botticelli sufrió una crisis religiosa, aunque no abandonó la ciudad,
donde moriría el 17 de mayo de 1510.
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