Hijo de un rico mercader llamado Pietro di Bernardone,
Francisco de Asís era un joven mundano de cierto renombre en su ciudad.
En 1202 fue encarcelado por unos meses a causa de su
participación en un altercado entre las ciudades de Asís y Perugia. Tras
este lance, aquejado por una enfermedad e insatisfecho con el tipo de
vida que llevaba, decidió entregarse al apostolado y servir a los
pobres. En 1206 renunció públicamente a los bienes de su padre y vivió a
partir de entonces como un ermitaño.
San Francisco de Asís predicó la pobreza como un valor y propuso un modo de vida sencillo basado en los ideales de los Evangelios. El papa Inocencio III aprobó su modelo de vida religiosa, le concedió permiso para predicar y lo ordenó diácono. Con el tiempo, el número de sus adeptos fue aumentando y Francisco comenzó a formar una orden religiosa, la de los franciscanos. Además, con la colaboración de santa Clara, fundó la rama femenina de su orden, que recibió el nombre de clarisas.
Sin embargo, la dirección de la orden no tardó en pasar a
los miembros más prácticos, como el cardenal Ugolino (que luego fue
Papa) y el hermano Elías, y él pudo dedicarse por entero a la vida
contemplativa. Durante este retiro, San Francisco de Asís recibió los
estigmas (las heridas de Cristo en su propio cuerpo), según testimonio
de él mismo, y compuso el poema Cántico de las criaturas o Cántico
del hermano sol, que influyó en buena parte de la poesía mística
española posterior.
San Francisco de Asís fue
canonizado dos años después de su muerte, el 15 de julio de 1226, y sus
sucesores lo admiraron tanto por su modelo de austeridad como por su
sensibilidad poética.
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