Las Murallas Servianas fueron construidas a principios siglo IV y su nombre hace honor a Serbio Tulio, uno de los reyes de Roma. La muralla tenía 3,6 metros de grosor y una longitud de 11 kilómetros con la que rodeaba toda la ciudad. Fueron construidas tras el saqueo de la ciudad durante la primera invasión gala en la península italiana.
Estaba construida por grandes bloques de piedra y en algunas zonas también había un foso para aumentar la defensa. Se mantuvo igual hasta los inicios del imperio, cuando fue ampliada para encerrar los distritos en los que Augusto dividió la ciudad.
Esta murallla fue, además, el obstáculo que impidió a Aníbal entrar en Roma en el 211 a.C.
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